VOLVER AL PADRE
(Conversaciones en Cuaresma, IV parte)
ORACIÓN. ENCUENTRO
CON EL AMOR.
“…Cuando ores,
entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a
solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará”. (Mt 6, 6)
Dice santa Teresa de Jesús, que orar es
“tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos
ama", magnífica definición para invitarnos a la reflexión. ¿Cuándo amamos
a alguien si no es con el encuentro, con la experiencia personal con ese
alguien? Es necesario pues un momento especial para dedicarlo a Dios, aquel a
quien sabemos que nos ama. Santa Teresita, por su parte, nos dice: “La oración
es un impulso del corazón, una simple mirada lanzada hacia el cielo, un grito
de gratitud y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la
alegría”. Andamos muy ocupados; nuestras agendas, quizá, andan apretujadas de
cosas, incluso de “cosas de Dios”. Algunos podríamos hablar de Dios toda la
vida, pero huir al que Dios nos hable.
Y sin embargo, Dios está allí, esperándonos
en el Sagrario, en la Palabra, en un momento de quietud, incluso saliendo a
nuestro encuentro en algún momento del día ¿Para qué? Para darnos su amor. Más
que una penitencia, el orar nos va suavizando el corazón, poniéndolo “a punto”
para experimentar la resurrección, para transmitirnos la gracia, para aliviar
nuestros cansancios. Hemos purificado nuestro interior con el ayuno, nos hemos
liberado de lo exterior con la limosna, es momento -siempre es momento- de
hacer una pausa para mirar al Cielo y trascender nuestro yo abriéndonos al
otro, para abandonarnos en Dios, para mirarlo y más aún, sentir su mirada.
Quizá la lectio Divina, tan difundida hoy en día, una visita a la capilla del
Santísimo, un rosario contemplando la naturaleza, ¡o el trabajo bien hecho y
hecho con alegría! sean buenos espacios de encuentro con nuestro Dios amor.
Ayuno, limosna y oración,
“ayudas” que, como fruto del esfuerzo humano y acompañadas siempre por la
gracia, nos ayudarán sin duda a recibir con mayor alegría a Cristo Resucitado.
Levantémonos, volvamos una vez más a la casa del Padre que nos espera siempre
con los brazos abiertos para amarnos.
PARA ENTENDER LA ORACIÓN
Había
pedido a Dios FUERZA para triunfar;
Él
me ha dado FLAQUEZA para que aprenda a obedecer con humildad.
Había
pedido SALUD para realizar grandes empresas;
me
ha dado ENFERMEDAD para que haga cosas mejores.
Deseé
la RIQUEZA para llegar a ser dichoso;
me
ha dado POBREZA para que alcance la sabiduría.
Quise
PODER para ser apreciado de los hombres;
me
ha concedido DEBILIDAD a fin de que llegara a tener deseos de Él.
Pedí
un COMPAÑERO para no vivir solo;
me
dio un CORAZÓN para que pudiera amar a todos los hermanos.
Anhelaba
COSAS que pudieran alegrar mi vida;
me
dio la VIDA para que pudiera gozar de todas las cosas.
No
tengo NADA de lo que he pedido;
pero
he recibido TODO lo que había esperado.
Porque,
sin darme cuenta, mis plegarias no formuladas han sido escuchadas.
Yo
soy, de entre todos los hombres, el más rico.
(Anónimo)
José Miguel, novicio ssp
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